Columna de Opinión
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CONFLICTO, EMPRENDIMIENTO E INNOVACIÓNHace un par de días asistí al seminario “Beyond de Future”, organizado por Idemax, que convocó a un grupo ligeramente diverso de personas, para conversar sobre los desafíos del país en el contexto de la relación ciencia, empresa e innovación. Como es habitual, en varias de las intervenciones se mencionó a Corea, Israel y Singapur, como ejemplo de países que en algún momento tuvieron un nivel de vida similar a Chile, pero que hoy presentan envidiables indicadores de desarrollo. Se mencionaron como causas y factores comunes la educación, el rol del Estado, la cohesión social y, claro, la relación virtuosa entre ciencia y empresa.
No me atreví a discrepar de la opinión de los expertos en la testera y esperé, artero, a verter mis opiniones desde la seguridad de la letra escrita. En mi favor puedo decir que, estando todos de acuerdo en que la paz social y un propósito trascendente común eran un factor fundamental para el desarrollo, opinar que una de las causas principales de este éxito fue el conflicto (y la guerra en particular), hubiese sido una opinión algo impopular. Porque lo que tienen en común estos tres países es una amenaza existencial, cuya consecuencia es, entre otras, la relación virtuosa entre ciencia y empresa, impulsada por el sector de la defensa.
Me explico: en toda sociedad, aquello que es “posible”, está determinado por las capacidades científicas, tecnológicas e industriales que haya desarrollado. La defensa (como sector) toma soluciones que “ya existen” dentro de ese marco, adoptando tecnologías conocidas, que hayan probado su utilidad y fiabilidad, buscando eliminar el riesgo al máximo. Básicamente, la antítesis de la innovación. Por el contrario, un conflicto o una amenaza inminente, la convierte en demandante de soluciones totalmente nuevas, que el adversario no posea ni conozca, expandiendo el límite de lo posible y convirtiéndose en motor fundamental de la innovación.
¿Cómo emular en Chile la relación virtuosa entre ciencia, industria y defensa sin la necesidad de un conflicto? Se podría aprovechar una crisis como la pandemia, cuando la defensa, industria privada y universidades se unieron para producir en tiempo récord ventiladores mecánicos. Pero fue una situación excepcional, así que la pregunta correcta es ¿cómo lograr esa relación virtuosa sistemáticamente? Una forma es involucrar en el proceso a entidades que vivan en amenaza existencial, como ocurre con los emprendimientos de base científica tecnológica (EBCT). En efecto, la apuesta de los EBCT es, en esencia, crear un producto o servicio tan novedoso, que incluso cree nuevos mercados. Pero este potencial es también su debilidad, y cada avance en un terreno en el que nadie más ha estado, los puede llevar al desastre, y lo único que no pueden hacer, es detenerse.
Hoy, los EBCT juegan un rol importante en los programas de nuestras fuerzas armadas, que buscan un trabajo conjunto con el ecosistema de ciencia, tecnología, conocimiento e innovación, y tanto el Plan Nacional Continuo de Construcción Naval de la Armada, como el Sistema Nacional Espacial de la Fuerza Aérea, consideran el trabajo con los EBCT como una pieza fundamental para desarrollar capacidades de defensa e impulsar el desarrollo científico, tecnológico e industrial de Chile.
Esperemos que el resto de los actores estemos a la altura de esta visión estratégica, y entre todos logremos avanzar decididamente hacia el desarrollo de nuestro país.
Javier Ramírez
Director Ejecutivo Know Hub Chile