Los resultados del Índice Global de Innovación (GII) 2025, elaborado por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), nos invitan a una mezcla de orgullo y responsabilidad. Chile alcanzó el puesto 51 a nivel mundial y se posicionó como líder en innovación en América Latina, desplazando a Brasil, que ocupaba ese lugar desde la edición anterior.
Este avance no es casualidad. Es fruto de un esfuerzo sostenido en ámbitos como la educación superior, la atracción de inversión extranjera directa y la capitalización bursátil, factores que han permitido que nuestro país dé pasos firmes hacia un ecosistema más dinámico y conectado con el mundo. Es, además, el reflejo de políticas públicas que durante años se han mantenido en una dirección coherente, buscando fortalecer las capacidades locales y potenciar el talento chileno.
Liderar en la región no significa que hayamos alcanzado la meta, sino que estamos mejor posicionados para enfrentar los desafíos que vienen. El mismo índice nos recuerda que aún existen brechas importantes: la baja inversión en investigación y desarrollo, la falta de escalamiento global de nuestras startups y la necesidad de fortalecer la transferencia tecnológica desde universidades y centros de investigación hacia la industria y la sociedad.
Chile ha demostrado que puede competir, pero para sostener este liderazgo necesitamos consolidar una cultura de innovación que trascienda los rankings. Esto implica crear condiciones para que la creatividad y el conocimiento encuentren un entorno fértil: financiamiento de riesgo más robusto, normativas ágiles que acompañen el surgimiento de nuevas tecnologías y un mayor vínculo entre ciencia y mercado.
También es esencial reconocer que la innovación no solo se mide en cifras macroeconómicas. Se mide en la capacidad de resolver problemas concretos de nuestra ciudadanía: salud, educación, sostenibilidad ambiental, seguridad energética. Ahí está la verdadera prueba de un sistema innovador sólido: su impacto real en la calidad de vida de las personas.
El desafío es doble. Por un lado, mantener el impulso que nos ha llevado a encabezar la región. Por otro lado, transformar ese liderazgo en un motor de cambio estructural que permita que Chile sea un referente global, no solo regional.
Este hito debe ser leído como una invitación a seguir construyendo sobre lo avanzado, a trabajar con más coordinación y visión de largo plazo, y a no olvidar que la innovación no es un fin en sí mismo, sino un camino para abrir oportunidades, reducir desigualdades y proyectar un futuro sostenible para el país.

Oscar Astudillo
Manager de Alianzas Estratégicas Know Hub Chile
Lee la columna original en https://www.entnerd.com/chile-lidera-la-innovacion-en-america-latina-un-logro-y-un-desafio/